Escuchaba hablar del cáncer de mama, como una historia más, de esas que sabes que existen, pero que al mismo tiempo en tu vida no. Sabía por los comentarios de otras personas y de algunos pacientes que he acompañado que era una enfermedad dolorosa, como lo es cualquier otra, pero solo hasta ahí, una historia más, con la que te solidarizas con quien la padece. Pero, hoy, cuando ya no puedo hablar en pasado, no es un cáncer de mama la historia, es el cáncer de mama de uno de mis amores, es como si el tiempo se detuviera, y te mostrara una película de miedo, de esas, que te muestra la escena donde gritas o cierras los ojos, agarras fuertemente a la persona que tienes a tu lado, incluso sin conocer.
El cáncer de mama, es más que una estadística, y un diagnóstico. La vida cambia, el miedo normal que vivimos todos los seres humanos y que nos hace sentir en alerta se ubica en el primer escalón, no entiendes, no quieres entender, solo quieres que pase la escena, y avanzar al final, ese final feliz que todos esperamos y al que acompañamos con aplausos.
Sigo aún queriendo encontrar respuestas, y justifico bajo varias variantes: ¿Será genético?, ¿sería la alimentación?, e incluso puede aflorar ese súper yo, que de alguna manera nos acompaña y nos hace pensar misteriosamente, ¿será una consecuencia por algo que no hacemos bien?, pero todos estos pensamientos siempre queriendo encontrar la respuesta al porque la vida se tiene que sentir amenazada por la enfermedad.
“A muchas les pasa y salen adelante”, “la ciencia ha avanzado mucho”, “tú eres fuerte y vas a poder”, “Dios no te da lo que no puedas soportar”, estas y muchas otras expresiones salen de los labios de las personas que te quieren o aprecian y que buscan no te desmorones. Pero ahí está, ese ser amado del que les hablo se lo diagnosticaron, y con ella a su familia, la vida nos cambió, y lo único que pides es Sanación, misericordia y mucha fuerza para llegar al final feliz.
El dolor, las náuseas, el cansancio y otros síntomas físicos acompañan generalmente los días en principio a las mujeres que valientemente inician el tratamiento oncológico, sin mencionar la ansiedad, la tristeza, y el miedo que anteriormente mencioné. No es la mujer el sexo débil, como tampoco lo es el hombre, es el ser que toma fuerza, que se demuestra y le demuestra a la enfermedad que está viva para enfrentarla, afrontarla y sobreponerse a ella, ejemplo de eso es mi hermana, una mujer de 39 años, llena de colores y enamorada de la vida. Su vida.
Quiero compartir desde el poco conocimiento que tengo al respecto acerca de la gran importancia de tener presente estos aspectos si en este momento de tu vida tienes como compañía el Cáncer de mama:
Cuando escucho hablar a mi hermana sobre lo que siente y como se aferra, siento la certeza de que, si es posible cambiar el paradigma de asociar este estado a un desenlace doloroso, por el contrario, su sentir, y su actitud es una muestra, de como ella, y muchas otras mujeres hoy son testimonio de vida porque precisamente decidieron luchar.
Aplausos para todas ellas!
Por: Psic. María Patricia Serpa
Fundación Nuestra Casa