Como decía Albert Einstein «educar con el ejemplo no es una manera de educar, es la única». Los niños aprenden por imitación y los primeros a los que imitan en sus acciones y actitudes son a los padres y a los familiares que les rodean.
Los padres, aunque no nos demos cuenta, damos ejemplo a nuestros hijos todos los días con nuestra conducta. “El ejemplo es uno de los mejores instrumentos con que cuentan los padres para ejercer la tarea profunda y compleja de educar. La ejemplaridad de las acciones tiene gran impacto en el niño, especialmente en la forma de organizar la realidad y en el acercamiento a los otros y a cuanto lo rodea”.
Dar buen ejemplo es decisivo para la educación de nuestros hijos. Si queremos que sean felices, solidarios o sinceros, tenemos que serlo nosotros también.
Los padres tendemos a tener cuidado con lo que les decimos a nuestros hijos pero no con lo que hacemos. Si cuando nos adelanta un coche en la carretera insultamos a los demás conductores o en un partido de fútbol infantil nos comportamos de forma inadecuada con otros padres, no estamos dando buen ejemplo. Aunque luego se lo intentemos explicar a nuestros hijos, siempre perdurará nuestro comportamiento negativo sobre nuestras palabras.
Los padres podemos dar ejemplo de nuestro comportamiento a nuestros hijos en situaciones muy diversas. Por ejemplo, en la actitud con la que nos comportamos con nuestros familiares y amigos. Si somos amables y cordiales, por ejemplo, con los abuelos, ellos siempre lo serán. También en la forma de mantener el orden y cuidado de nuestro hogar. Nuestro hijo cuando sea mayor, seguro que intentará mantener su casa en orden.
Además podemos enseñarle con nuestro ejemplo, hábitos como la higiene, la postura o la forma de hablar. Si nos oyen decir palabrotas entenderán que estas palabras también se pueden utilizar sin resultar groseros.
Los niños también se fijan en la forma en la que los padres respondemos en situaciones de crisis. En esos momentos les mostramos una manera de afrontar los problemas que les puede influir cuando sean adultos. Los niños aprenden de la manera en la que los padres afrontan la vida ya sea positiva o negativa. Actitudes como la disciplina, el respeto y la sinceridad son incorporadas a las acciones de los niños si ven que sus padres las mantienen con las personas que les rodean. Si valoran de forma positiva vuestras actitudes, las aplicarán como algo natural a su vida diaria en el colegio, los amigos o la familia.
Por: Equipo de Socialización de la Cartilla «Mejor Familia, mejores hijos, mejor país»
Fundación Nuestra Casa