Hoy en día nuestra sociedad se rodea de actores y actrices que llevan siempre de la mano una variedad de caretas, como si la vida se tratase de una obra de teatro, donde el disfraz se convierte en el mejor camuflaje para ocultar su verdadera esencia, y así evitar las transparencias, en otras, la verdadera belleza del ser, queda atrapada como una princesa en un castillo de piedra, esperando ser rescatada por un príncipe de hermosa apariencia, de noble corazón y con la suficiente valentía para salvar su amor. Si, esto suena a un cuento de hadas, pero aún en nuestra sociedad se percibe la carente enseñanza en el amor propio y por el contrario instruye en el amor hacia los otros, reflejado en el pensamiento, es mejor dar en vez de recibir, poniendo en menos nuestra propia estima, lo cual nos inhibe en desnudar el alma, por miedo a no ser aceptados y vivir la terrible experiencia de ser lastimados, abandonados o menospreciados, al creer que sentir esto, se niega nuestro valor y existencia, por estar acostumbrados a esperar recibir elogios, y sacrificarnos de manera ilimitada por los otros; esto, a que nuestra cultura nos enseña, que la recompensa se gana cuando demostramos de manera desmedida el amor hacia al otro y nos castiga cuando nos damos un poco de amor propio; desde pequeños se nos educa a ser feliz por lo que nos brinda el otro, pero no se enseña en vivir de manera plena la soledad y también ser feliz, por eso, cuando pasan los años y esa realidad que todos desean no se materializa, aparecen la típicas frases destructora de estima , por ejemplo, “estas quedado (a) ”, “ ya te dejo el tren” “tú que piensas de la vida, ya tienes 30, 40, y nada que te casas” “te vas a quedar solterón (a) toda tu vida” “busca una pareja para que te haga compañía”, entre otras, las cuales en su mayoría son referidas por familiares o seres queridos, quienes sin darse cuenta lastiman nuestra estima, solo por repetir frases sin sentido que también le fueron inculcadas desde niños; pero, por qué realmente nos hieren estas frases, la respuesta es simple, por la falta de recompensarnos y autoelogiarnos ante la decisión de quiénes queremos ser, y hacia dónde queremos ir, pues nos sometimos al estilo de vida de que todas las acciones que hagamos, primero necesitan ser aprobadas por los otros, y creer que si aceptamos la opinión de los demás, es una forma de encajar y ser parte de la sociedad, porque al irnos en contra quedaríamos expuestos como un ser indeseable ante los demás, lo cual conllevan hacia la autodestrucción de nuestra vida, porque al estar enfocados en las opiniones o conceptos de otros, no nos permite ver quiénes somos, hacia dónde vamos, cuánto valemos, reconocer y aceptar nuestras fortalezas y debilidades, y alcanzar nuestros logros, sin darnos cuenta nos llenamos de insatisfacción, dando lugar a la desesperanza, por poner nuestra estima al servicio del otro.
Por lo anterior, me enfoco en considerar que, si tan solo nos diéramos la oportunidad de mirarnos frente al espejo y descubrir nuestro mundo interno, entenderíamos que la mayor parte de que lo somos y hacia donde nos dirigimos ha estado direccionado por los demás, y con esto, no pretendo poner en menos los valores y principios que se nos han enseñado, porque nos han permitido adaptarnos a una sociedad cambiante y nociva en lo que respecta a las actos inaceptables e indeseables que hoy se observan en nuestra sociedad; pero si cuestiono, la escasa enseñanza en cuanto a la estima, cuidado y valor propio, pues hoy en día se observa como personas con gran talento se niegan la oportunidad de vivir sus sueños por temor a fracasar , personas con corazón noble y sensible se niegan la oportunidad de seguir viviendo por temor al menosprecio, y personas que visitan más los hospitales como puertas giratorias por falta de afecto, comprensión, regalarse tiempo y tener espacios para descansar, meditar o disfrutar cada momento. Todo esto se traduce en carencia de estima, la cual se forja a partir del autoconomiento (saber quiénes somos), autoconcepto (saber qué pensamos de nosotros mismos), autoevaluación (saber la forma de evaluarnos), autoaceptación (saber qué tanto nos aprobamos), y autorespeto (saber valorarse, reconocerse, y considerarse), pilares importantes para aprender amarse; pero nuestra sociedad está enfocada en formar personas llenas de conocimiento intelectual, y no educar en el desarrollo del ser para lograr la integridad en el ser humano y pueda reconocer su valor como persona que está por encima del hacer.
Ahora bien, la carencia de estima, es producto de la falta de autoconocimiento y autoreconocernos, por la falsa creencia del dar, para esperar recibir, lo cual nos impide avanzar y no disfrutar de nuestra propia felicidad, por reconocer el valor del otro antes del propio, con esto, no se presente exaltar el ego, sino aprender autoelogiarnos sin esperar los cumplidos de otros; un ejemplo de ello, es cuando nos negamos el derecho de consentirnos, mimarnos, disfrutar espacios (recreación meditación, descanso), celebrar nuestros triunfos, autoregalarnos, reconocer nuestras fortalezas y aceptar nuestra debilidades, darnos nuevas oportunidades y aceptar los fracasos como parte del crecimiento personal por miedo a ser evaluados negativamente y ser desaprobados por los demás, lo cual nos lleva sentir una insatisfacción constante por la carencia de la propia aceptación.
Por consiguiente, es necesario educarnos en el amor propio, y el primer paso es enfocarnos en nosotros y entender que nadie podrá ofrecernos mayor amor que nosotros mismos, cuando reconocemos nuestra belleza, y aceptamos al ser imperfecto que somos, en esto, se basa la belleza del ser, la cual es ser capaz de liderar su propia de vida, fundamentada en el dominio propio, es decir, tener la capacidad de controlar sus pensamientos, sus emociones, y sus acciones teniendo siempre la posibilidad de elegir lo que quiere sentir en su propia vida. Esto, es forjar una buena autoestima, la cual te permite aceptar, y disfrutar el convivir contigo mismo y los demás, reconociendo siempre que el amor debe ser compartido en igual cantidad; así como se da al otro, también darse a sí mismo, pero en mayor en cantidad, es decir, a mayor estima de sí , mayor satisfacción, mayor gratitud y mayor humildad, al regalarte la oportunidad de vivir la vida, siendo apasionado y comprometido con regalarte amor todos los días, al esperar siempre más de ti y no de los demás.