Es la respuesta ante la pérdida, es la reacción natural ante la pérdida. Es la respuesta emotiva ante la pérdida de algo o alguien que es importante para nosotros. La intensidad del duelo no depende de la naturaleza del objeto perdido sino del valor que se le atribuye.
¿Por qué duele una pérdida? ¿Qué hace que sea tan dolorosa, más para unos que para otros?. Está relacionado directamente con el apego a lo que perdí. A mayor apego, mayor sufrimiento, más duele.
El duelo se puede definir como el estado de pensamiento, sentimiento y actividad que se produce como consecuencia de la pérdida de una persona o cosa querida, asociándose a síntomas físicos y emocionales.
Se tiende a pensar el duelo solo en el contexto de la muerte de un ser querido, pero también suele producirse como reacción ante otro tipo de situaciones vitales, como la pérdida de un empleo, el cambio de vivienda, una pérdida económica, etc.
El duelo tiene altibajos, se puede pasar de momentos de calma a momentos de gran malestar, esto hace que algunas personas piensen que no van a ser capaces o que están perdiendo el control. Otras, que han olvidado o que ya no les duele la pérdida del ser querido. Hay un desencuentro total con uno mismo y con el resto de la gente.
El Duelo es un proceso natural de respuesta ante la pérdida de un ser querido. Su partida hace que el doliente atraviese por diferentes etapas. No todos las experimentan de la misma manera ni todos las experimentan todas.
En este primer momento el mundo pierde sentido y nos abruma. Nos preguntamos cómo podemos seguir adelante.
No es que estemos negando que la muerte o la pérdida se hayan producido, sino que nos invade un sentimiento de incredulidad de que la persona que amamos no la veremos nunca más.
Los sentimientos de esta etapa nos protegen, brindando a nuestro cuerpo un poco de tiempo para adaptarse a esta nueva realidad sin la persona fallecida.
Cuando ya no es posible ocultar o negar la muerte, comienza a surgir la realidad de la pérdida y su consecuente dolor. Si bien, los sentimientos estarán presentes con distinta intensidad durante todo el proceso de duelo.
Se siente un resentimiento hacia la persona que nos ha dejado, causando un inmenso dolor en nosotros, pero este enojo se vive con culpa haciéndonos sentir más enojados.
Las frases que podrían contener la esencia de esta etapa serian: ¿Por qué yo? ¡No es justo!¿Cómo puede sucederme esto a mí?
De acuerdo con la psiquiatra Elizabeth Kubler Ross, es importante que los familiares dejen que la persona exprese la ira sin juzgarlo, ni reprenderlo, ya que este enojo no solo es temporal, sino necesario. Debajo de esta ira se encuentra el dolor producido por esta pérdida.
Si somos capaces de identificar esa ira y expresarla sin temores podremos entender que ella es parte del proceso de sanación.
Puede ocurrir antes de la pérdida, en caso de tener un familiar en etapa terminal o bien después de la muerte, para intentar negociar el dolor que produce esta distancia.
En secreto el doliente intenta hacer un trato con Dios para que su ser querido regrese a cambio de un estilo de vida reformado.
Se concentra gran parte del tiempo en lo que el doliente y otras personas podría haber hecho diferente para evitar esa muerte.
La intención de volver atrás es un deseo frecuente en esta etapa para así, haber reconocido a tiempo la enfermedad o evitar que el accidente sucediera.
La frase que resume esta etapa es: ¿Qué hubiera sucedido si…? Nos quedamos en el pasado para intentar negociar la salida de la herida mientras pensamos lo maravilloso que sería la vida si este ser querido estuviera con nosotros.
Se lidia con pensamientos y fantasías que no corresponden con la realidad actual, por eso es importante conectarse con las personas y actividades del presente, siguiendo una rutina a la hora de realizar tareas regulares.
El duelo es un trabajo arduo, se necesita tiempo entre uno y otro tramo para recuperar el aliento y recargar las pilas. La negación puede ser un descanso necesario y un sano descanso.
En esta etapa, el doliente comienza a comprender la certeza de la muerte y expresa un aislamiento social, en el que se rechaza la visita de los seres queridos. Se siente tristeza, miedo e incertidumbre ante lo que vendrá.
Sentimos que nos preocupamos mucho por cosas que no tienen demasiada importancia, mientras que levantarse de la cama se siente como una tarea demasiado complicada.
Estos sentimientos muestran que el doliente ha comenzado a aceptar la situación.
La frase que contiene la esencia de esta etapa es: Extraño a mi ser querido, ¿por qué seguir?
En esta etapa, la atención del doliente se vuelve al presente surgiendo sentimientos de vacío y profundo dolor.
La irritabilidad y la impotencia toman un gran protagonismo ya que durante esta etapa se enfrenta la irreversibilidad de la muerte.
Por momentos, se pierde el interés en el trabajo y en las actividades que antes se realizaban, se pierde el interés en las amistades y personas con las que antes se relacionaba.
Es importante anotar que la depresión en este proceso de duelo, es una respuesta adecuada a una gran pérdida, por lo que las emociones de la depresión deben ser experimentadas para sanar.
Es el momento en donde hacemos las paces con esa pérdida, permitiéndonos la oportunidad de vivir a pesar de la ausencia del ser querido.
Esta etapa no significa que estamos de acuerdo con esta muerte, sino que la pérdida siempre será una parte de nosotros.
Este proceso, nos permite reflexionar sobre el sentido de la vida, así como lo que queremos de la vida a partir de ahora.
La frase que resume esta etapa es: TODO VA A ESTAR BIEN.
Esta etapa, consiste en aceptar la realidad de que nuestro ser querido se ha ido físicamente, por lo que debemos comprender que esta nueva realidad que vivimos sin él, será nuestra realidad permanente de ahora en adelante.
Comenzamos a depositar nuestra energía en nuestras amistades y en nosotros mismos, estableciendo una relación distinta con la persona fallecida.
El ideal, es que a la hora de afrontar una pérdida todos atravesemos por un duelo normal, sin embargo, las reacciones psicológicas dependen de múltiples factores: el tipo de relación que teníamos con el ser querido o el objeto que perdimos, nuestras estrategias de afrontamiento, el apoyo social y las condiciones socioeconómicas, son algunos elementos que influyen. Por eso, es importante que, si nos sentimos sobrepasados con la situación que estamos viviendo, busquemos apoyo profesional, recuerda que pedir ayuda es una señal de salud mental.
El dolor es el paso por un lugar no deseado. El sufrimiento es armar una carpa y quedarse a vivir en un lugar indeseable. El duelo es el pasaporte que nos saca del sufrimiento y del dolor.
Hay que transitar por la tristeza, pero no quedarse en ella. Llegar a un proceso de aceptación, con qué me quede con esta pérdida. Qué aprendizaje me dejó.
Los tiempos de duelo son diferentes para cada persona, no podemos aferrarnos al pasado. Hay que soltar.
Por: Equipo de Terapia de Pareja y Familia
Fundación Nuestra Casa